Antipedagogía de la pandemia
*Por Gustavo Pedulla (docente de AyL)
El Gobierno de la Ciudad, para volver a la presencialidad, esgrimió una cantidad de argumentos pedagógicos y de salud mental infantil que confrontaban con la realidad sanitaria que representa una pandemia. Al viejo recurso de ningunear a la docencia le sumó el nuevo argumento de calificarnos de fracasadxs, todo en la voz de la ministra. Agregó el aspecto mediático que fogoneaba una falacia entre los que quieren la presencialidad y los opositores. El gobierno ganó una batalla a lo Pirro, rey de Epiro, quien logró una victoria sobre los romanos con el costo de miles de sus hombres. Se dice que Pirro, al contemplar el resultado de la batalla, dijo: “Otra victoria como esta y volveré solo a casa”.
Uno de los argumentos para la vuelta a la presencialidad esgrimidos por propios y extraños a la educación, es la necesidad de interacción entre pares dentro de la escuela más allá de los contenidos programáticos. Este argumento totalmente válido, ¿se puede llevar a cabo gracias a un protocolo sanitario que el Gobierno de la Ciudad estableció para toda la comunidad educativa?
El protocolo instaurado para la vuelta a la presencialidad en las escuelas incluye alcohol en gel, barbijos, ventilación adecuada de las aulas, distanciamiento entre niños y niñas, cantidad de alumnos por aula, etc, etc… Una vez lograda la presencialidad, el Gobierno se olvidó olímpicamente de la pata pedagógica, que no está tenida en cuenta en los protocolos. Si es necesario la socialización de la niñez, ¿qué socialización vamos a lograr con un protocolo que promueve la individualidad y el egocentrismo? Un niño o una niña que no puede tener contacto con su compañero o compañera, que no puede prestar sus elementos de trabajo, ¿qué está promoviendo? Donde cada estudiante se tiene que centrar en su propio trabajo, ¿qué trabajo constructivo se puede esperar? La discusión ideológica debería centrarse en cómo establecemos protocolos que permitan la colaboración mutua entre estudiantes, el juego compartido y entre otras cosas preguntarnos qué tipo de personas se formarán en este contexto.
La antidialógica, centrada en la necesidad de los dominadores, que promueven la división en la sociedad con falacias que comprometen a cada sector beneficiando al poder, nos ubica en la necesidad de discutir y buscar alternativas a lo establecido en este status quo. El apoyo mutuo es la acción por la cual dos o más personas trabajan juntos para resolver un problema que beneficie a toda la comunidad. El establecimiento de “la nueva presencialidad” escolar fue realizado con un protocolo que se centra como la expresión de las relaciones actuales dominantes. Se esgrime un argumento pedagógico que luego se deja de lado al lograr el objetivo oculto. Esa argumentación les permite llegar a una justificación pseudocientífica para mantener una relación de poder y ofrecer una racionalización para legalizar una postura ideológica basada en la meritocracia.
Esta situación escolar promueve verse a sí mismo como seres independientes, autosuficientes y que no necesitan de nadie más que su propio esfuerzo para lograr sus objetivos. Esa idea es un mito promovido por un sistema que intenta moldearnos como consumidores atomizados y fácilmente controlables. La educación (no este protocolo) es esa oportunidad que con ciencia y conciencia puede lograr una unión simbiótica y cooperativa que permita triunfar a toda la sociedad.