¿Capricho o preocupación?

*Por Martín Meis (docentes de AyL)
Desde hace semanas el gobierno muestra desesperación para volver a las aulas. Si fuésemos un periódico extranjero, compraríamos la preocupación de Acuña por les niñes, sin embargo, sabemos que es una necesidad para que la escuela funcione como guardería. Como guardería y como propaganda política con vistas a las futuras elecciones.
Si hubiese tanta preocupación, estaríamos viendo cuadrillas en todas las escuelas acondicionando las aulas para que se pueda cumplir el protocolo o cumpliendo con los arreglos que deberían haber hecho hace años. Los techos se siguen cayendo, las paredes siguen con humedad y en estos meses las escuelas estuvieron abandonadas: las membranas aumentaron sus roturas y seguramente los techos están cada vez más hongueados. Las ratas habrán encontrado un buen hogar frente a la poca movilidad en las instituciones. ¿Habrá un proyecto de control de mosquitos para prevenir la transmisión del dengue?
El hecho de la necesidad de volver desesperadamente muestra las distintas fallas de los gobiernos frente a la educación. Si seis meses de clases virtuales implica una pérdida importante en los supuestos trece años de escolaridad presencial, entonces estamos frente a un problema mayor: el problema en realidad es la desinversión, la ausencia del Estado y el abandono de la escuelas y materiales.
Entonces si quieren recuperar está “pérdida”, deberían entregar inmediatamente computadores y conectividad, pero, si deciden no hacerlo, bien podrían preparar las escuelas para que el año que viene recuperemos lo “perdido”. Imagino que cuando volvamos, las bibliotecas estarán llenas de libros nuevos, que los primeros grados tendrán dos docentes por aula para facilitar la tan necesaria alfabetización durante los primeros grados; habrán renovadas tecnologías para que podamos estar actualizados, habrá mejoría en la alimentación para que, frente a la crisis económica, les niñes no sufran deficit de alimentación. Habrá mejores sillas para que sus ocho horas sean más llevaderas o habrán llenado de materiales para las distintas materias curriculares…
Pero no, todo esto es una ilusión. La desesperación y el capricho hace que quieran meter a les niñes en algún lugar: escuela con gabinetes, plazas o lo que sea para hacer que la gente pueda producir y para contentar ciertos sectores que no entiende de prevención sino de sus propios intereses. A esto le podemos sumar que los titulares anunciando la vuelta a las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires suma varios votos para las próximas elecciones. Al fin y al cabo, las decisiones sobre la educación terminan en personas ajenas a la educación y no en la comunidad que está dejando toda su energía para mantener las clases como sea.