Las decisiones que no decidimos
*Por Martín Meis (docentes de AyL)
“¿Qué grado te tocó?”, “¿pero el año pasado no estabas en otro ciclo?”, “Siempre te cambian de grado…”.
Muchos docentes de primaria pasamos por esta situación. ¿Cuántas veces pudimos mantener el grado por tres años?
Es real que no es bueno quedarse en un mismo grado durante años, puede pasar que nos estanquemos y perdamos la autocrítica. Pero, ¿qué reflexiones se pueden hacer cuando solo estamos un año en el mismo grado? ¿Cómo podemos evaluar nuestras planificaciones, secuencias o proyectos y mejorarlos, saber en qué nos equivocamos o qué podríamos cambiar? ¿Y para qué? Si sabiendo que te van a cambiar, tu única preocupación a fin de año es saber cuál es el grado que te va a tocar para empezar a pensar las nuevas secuencias.
No siempre, pero a veces te consultan cuál es el grado en el que te gustaría estar, sin embargo esas veces no siempre son respetadas. Eso sí, en la escuela y desde las direcciones se habla de democratizar, pero a la hora de llevarlo a los hechos, dudo que muchas de las decisiones, como las asignaciones de los grados, sean tomadas por el conjunto de maestros y maestras que están en la escuela. En cambio, estamos a la espera de lo que dicen las direcciones, que en algunos casos se estira hasta febrero del siguiente año. Por eso, yo me pregunto: ¿cómo es posible que una decisión tan importante sobre nuestro trabajo anual no sea consultada o definida por nosotros mismos?
Para sumar a lo dicho: este año se volvió muy particular, ya que a muchos y a muchas nos cambiaron de grado y de ciclo, pero solo pudimos conocer a los alumnos y a las alumnas dos semanas. Entonces, no solo no pudimos reflexionar y mejorar nuestras planificaciones, sino que estamos armando secuencias o proyectos en base a chicos y chicas que casi no conocemos. Planificamos en base a familias que tienen acceso a internet, pero también para las que no tienen, las que tienen la posibilidad de tener una computadora, pero para las que no la tienen, para las familias alfabetizadas, pero para las que no lo están.
Los que estamos en primer ciclo, pensamos y preparamos actividades para chicos y chicas que no tuvieron el derecho de recibir su computadora, ya que a los primeros tres grados no se les entrega, aún así en los restos de los grados no hay la totalidad de computadoras por alumnos o alumnas cursando. Se podría decir que en esta nueva modalidad virtual estamos dejando afuera a varias familias.
Lo dicho anteriormente no convierte al docente en el culpable, sino que expone los años de desfinanciamiento sufridos en la educación. Años y años de reclamos, donde se cayeron techos, explotaron escuelas, se plagaron de ratas, se disminuyeron las porciones de comidas o bajaron la calidad de las viandas. Dejaron a chicos y chicas sin vacantes, pusieron trabas burocráticas para realizar la beca del comedor (algo que debería ser para toda persona inscripta en la escuela) y en estas semanas de trabajo no presencial nos estamos dando cuenta de que también estamos financiando las clases virtuales, ya que no recibimos un aumento para pagar nuestras herramientas tecnológicas o para pagar la factura del servicio de internet. Al contrario: desde el gobierno pretenden frenar los precarios aumentos que nos ofrecieron durante las paritarias a inicio del año.
Tal vez si la ministra de educación llamase a las maestras y los maestros que estamos todos los días en las escuelas para consultarnos y aprender de las vivencias cotidianas del aula, esto cambiaría, pero ya vemos que muchos fueron los ministros y pocos o ninguno fueron educadores o llamaron a la docencia para ver realmente qué pasa en las escuelas.
Ya es aberrante que las escuelas se sigan cayendo a pedazos y que el alimento sea ineficiente. Ahora tenemos que sumar que los propios docentes financian lo necesario para llevar a cabo las clases virtuales sin incentivo del gobierno y que hay muchas familias que no están pudiendo acceder a estas clases que bajo ningún punto de vista podrán reemplazar la presencia de la docente o del docente, el cariño, las intervenciones, la paciencia, el papel y el lápiz.