Los agronegocios tienen cada vez más resistencia
*Por Luis Zamora (integrante de AyL)
La transnacional Bayer/Monsanto decidió pagar 11.000 millones de dólares para terminar un juicio que más de cien mil personas en EE.UU. le habían iniciado por daños causados en su salud por el glifosato elaborado por esa empresa. Prefirió pagar esa suma y evitar que una sentencia condenatoria reafirmara la base por la que se inició la demanda: que el pesticida que fabrica provoca cáncer. ¿Las pruebas en el caso? Las enfermedades contraídas por lxs demandantes en su contacto con ese producto y lo sostenido por la Organización Mundial de la Salud que en el 2015 concluyó en que la exposición constante al glifosato era “probablemente cancerígena”.
El glifosato es un pesticida venenoso que también aquí es fumigado para proteger de malezas a la soja transgénica y otros cultivos modificados como el maíz, el algodón y la papa. En 1996, cuando se la aprobó, se usaban en Argentina 11 millones de litros de glifosato. Hoy se vuelcan más de 300 millones de litros anuales en la región agrícola, lo que incluye escuelas rurales y los ejidos urbanos, poniendo en riesgo directo a alrededor de 15 millones de personas sobre cuyas cabezas cae el pesticida. Además de contaminar en algún grado los alimentos, afecta la biodiversidad, y todo el modelo aporta al calentamiento global por lo que el perjuicio es para toda la población.
Miles y miles de familias campesinas y de pueblos originarios han sido expulsadas violentamente, sus tierras usurpadas y sus economías familiares destruidas. El salto en la demanda lo dio el cambio de dieta en China; del arroz a la carne de cerdo el que es alimentado por poroto de soja. El precio de la soja se empezó a ir para arriba y consecuentemente gobernantes, exportadoras como Cargill o Bunge, pools de siembra y propietarios de tierras de Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil llenaron de transgénicos y de glifosato cuanta tierra pudieron, arrasando no solo con los demás cultivos y cría de animales sino también con bosques y selvas enteras. El Amazonas, pulmón del planeta está herido en el corazón por los avances de la frontera sojera y los incendios intencionales para favorecer su siembra.
El desmonte actual del bosque chaqueño (provincias de Chaco, Santiago del Estero, Formosa, norte de Santa Fe, Córdoba y San Luis, oeste de Salta, Tucumán, La Rioja, Catamarca y este de Corrientes) es devastador por su impacto en la biodiversidad. Argentina es uno de los diez países del mundo con mayor desforestación en los últimos años, a pesar de la sanción de una ley de bosques que los empresarios no cumplen y los gobiernos cómplices no hacen cumplir. Es que en general toda la dirigencia política y la gran patronal empresaria extranjera y local industrial, financiera y de servicios apoyan los agronegocios ya que apuestan a que de allí sigan saliendo los dólares para pagar la deuda externa, obtener los insumos con que arman productos (autos y electrónicos, por ej.) y remitir utilidades o fugar divisas al exterior.
El gobierno de Fernández designó como canciller a Felipe Solá que, como titular de Agricultura del menemismo, fue el que autorizó y promovió en el país la siembra de la soja transgénica y su acompañante criminal, el glifosato. Fernández ha reiterado varias veces que basa en las exportaciones agropecuarias gran parte de su propuesta económica y sus compromisos de pago al FMI y a los buitres con los que negocia la deuda. Pero un movimiento de protesta y lucha viene creciendo en el mundo contra estos negocios que priorizan el lucro y no las necesidades de los pueblos. Y también se desarrolla aquí.
En algunos municipios la lucha formidable de pobladores a través de campañas como “Paren de fumigar”, o la Red de Médicos de Pueblos Fumigados” le han empezado a oponer resistencias. Como resultado de esas movilizaciones se han logrado amparos judiciales que prohíben fumigaciones en zonas urbanas o cercanas a escuelas. Repudiablemente, es el Estado el que apela esas decisiones que tanto cuesta obtener -Macri cuando era presidente se pronunció públicamente contra los jueces que en Entre Ríos ponían límites a las fumigaciones- y obliga a seguir la pelea porque no se las anule.
Recordemos a la docente Ana Zabaloy, de San Antonio de Areco que en defensa propia y de sus alumnos les propuso a las madres y a sus compañeras autoorganizarse para enfrentar a los sojeros que, fumigando sus campos aledaños, envenenaban a sus alumnxs. En el 2015 esa lucha logró prohibir las fumigaciones, aunque no llegó a tiempo para salvarle la vida a Zabaloy que murió dos años después de un cáncer provocado por los pesticidas.
En varios partidos de las provincias de Santa Fe y de Córdoba aumentan esas protestas indignadas. Y también en la Provincia de Buenos Aires. Localidades como Mar Chiquita, Las Heras, Guaminí se están sumando. En Entre Ríos se organizaron las “Rondas contra el modelo de agrotóxicos” que no solo está logrando limitar las fumigaciones, sino que apunta a derrotar el propio modelo. Y al igual que en Guaminí y Mar Chiquita se está avanzando en discutir un modelo productivo alternativo basado en la agroecología. Vinculado a ello, la creciente concentración de la tierra en pocas manos es un obstáculo a derrotar y plantea el desafío de una reforma agraria integral para otra mirada hacia la tierra, los alimentos y la naturaleza. Es parte de una lucha que se extiende en el mundo contra la depredación capitalista del planeta. Y de sus consecuencias como el calentamiento global y el propio origen de las pandemias en el extractivismo y los agronegocios.