¿Qué condiciones mínimas necesitamos para volver a las aulas?

*Por Docentes de AyL
Pasados dos meses de cuarentena, ya es público que, si la situación epidemiológica no se agrava severamente, el Gobierno nacional intentará que las clases vuelvan en agosto, y que lo harían con un sistema dual que combine la presencialidad y la educación a distancia. Por la enorme fragilidad de nuestra salud pública, vaciada sistemáticamente durante décadas, toda previsión oficial a dos o tres meses puede desvanecerse en el aire ante un pico de contagios, pero no por esto podemos esperar a que nos convoquen a las aulas para empezar a reflexionar sobre un aspecto fundamental: ¿bajo qué condiciones estamos dispuestxs a volver a las aulas?
Estamos a tiempo de empezar a preguntarnos cómo va a ser esa vuelta a las aulas. Quizás Larreta compre los jabones que nunca compró para las escuelas y seguramente haya medidas para evitar que alumnxs y docentes viajemos en horarios pico, pero, ¿cuántos recursos podemos esperar que invierta el gobierno de la Ciudad para garantizar nuestra salud y la de lxs pibxs? ¿Por qué un gobierno que es responsable del hacinamiento en las aulas lograría evitar el hacinamiento en las aulas? Si arman los bolsones de comida buscando gastar lo menos posible, ¿por qué tendrían un criterio sanitario distinto para cuidar a nuestrxs pibxs y a sus familias? ¿Por qué se preocuparía por la salud de lxs docentes un gobierno obsesionado con bajarnos el sueldo? Si hay escuelas en las que el dengue arrasa y el gobierno ni siquiera fumiga, ¿qué medidas sanitarias podemos esperar de ese mismo gobierno para que nos cuide del contagio de coronavirus?
Pero todas esas preguntas se pueden condensar en una: ¿va a decidir Larreta o vamos a decidir lxs docentes bajo qué condiciones volvemos a las aulas? Porque puede no estar claro cuándo será la vuelta a clases, pero lo que sí está claro es que, si esa decisión queda en manos de Larreta, nuestra salud y la salud de nuestrxs pibxs no van a ser prioridad. Y tampoco una decisión tan importante sobre nuestra salud puede quedar en manos de tal o cual sindicato: lxs que tenemos que decidir cuándo y en qué condiciones volvemos a trabajar somos lxs docentes junto con las familias. Por eso, creemos que ninguna escuela debería abrir sus puertas hasta que cada comunidad no haya votado y hasta que la mayoría de lxs docentes y de las familias estemos expresamente de acuerdo con las condiciones sanitarias mínimas para el funcionamiento de cada escuela. Esa es la única forma de garantizar que la reapertura de las escuelas no sea a costa de la salud de lxs pibxs y lxs trabajadorxs de la educación.