De estudiar freezado… a pensar en frío
* Por Ana Puhl y Gustavo Pedulla (docentes de AyL)
Sobre el frío en las aulas o sobre las prioridades de infraestructura.
Se suma un nuevo método de prevención contra el covid en la ciudad porteña de Buenos Aires: mantener abiertas las ventanas de las aulas para airear, y así disminuir contagios; y en medio de un invierno con fríos polares, se agrega la manta a los útiles escolares. Esto parece una idea surgida de ese orgulloso ingenio argento del “lo atamos con alambre”: Ante la falta, nos la arreglamos con lo que hay, con lo que se puede, para seguir adelante.
Pero en concreto, lo que realmente tenemos es la famosa “avivada porteña”. Con el transcurso de las cuarentenas, se destinaron más de 5 mil millones de pesos en la nueva pista de Aeroparque. Una obra que demandó: 5700 toneladas de pavimento, 160 kilómetros de cañerías, 350 kilómetros de cableado, 2000 luces led de alta intensidad y cerca de 1000 trabajadores. En los diarios se lee: “la obra no se podría haber hecho si no fuera por el contexto de pandemia”, y sigue: “cerrar siete meses Aeroparque es algo imposible”.
Pero resulta que también es imposible pensar en el cierre de las escuelas por tanto tiempo y eso también sucedió. Sin embargo, no llegó un solo peso para acondicionarlas: techos, estufas, ventilación mecánica, luz, agua, conectividad, nada de nada, sólo se acumuló y aceleró la decadencia en la que estaban antes del covid. Y hoy sólo nos queda “atarlo con alambre”.
El capitalismo recrudecido en el marco de la pandemia, se invisibiliza en las conductas sociales y a la vez se demuestra. Este doble fenómeno evidentemente contradictorio se justifica si pensamos al capitalismo como algo superior a una mera doctrina económica. El sistema es un modelo de vida que se expone en todos los aspectos de nuestra vida social, vincular, afectiva, espiritual, económica, cultural, entre otras. Se internaliza en nosotros, y resulta en una expresión de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro ánimo. Pero el mero reconocimiento de que esto suceda mantiene impermeable al capitalismo; a la par de notar este mecanismo de funcionamiento, se nos impone buscar la forma permanente de buscar su desnaturalización.
El frío en las escuelas se nos presenta entonces como un evidenciador de un régimen que además de provocar desigualdades, las naturaliza como parte del “sentido común” de la sociedad. En la escuela ORT les dieron mantas a sus estudiantes en la semana de frío polar que acometió a la Ciudad de Buenos Aires. A la par el Ministerio de Educación de la Ciudad recomendó que, viendo que era evidente una semana de frío intenso en el distrito, el estudiantado de todo nivel lleve frazadas a las escuelas para aumentar la protección ante el gélido panorama. La idea puede ser cuestionada o no, puede ser adjetivada, desvalorada o sobrevalorada; no es importante eso para este artículo. Lo que sí pretende, es desarmar las capas de cebolla que vayan encontrando el nuevo brote que genera el sistema. A cada paso que damos, a cada pensamiento que desarrollamos, se abre una rosa de los vientos que nos puede disparar en diferentes direcciones, incluso la de retroceder; porque lo nuevo da miedo o maravilla.
Primera capa de la cebolla. La escuela ORT puede dar mantas a sus alumnos porque tiene los medios y el dinero; el Ministerio de Educación no los tiene, por eso les propone a las familias que en esa semana especial refuercen la protección contra el frío.
Segunda capa de la cebolla. La escuela ORT protege a los que pertenecen a su grupo social y económico, empatiza con ellos y les brinda la contención social que merecen; el Ministerio de Educación les propone una solución a quienes acuden a las escuelas públicas, una manera de protegerse, que depende de la posibilidad individual. No hay empatía ni contención social.
Tercera capa de la cebolla. El sistema es más empático con quienes pertenecen a su clase. El sistema le dará recomendaciones a quienes no pertenecen a su clase para que se protejan. No se involucra más que de una manera pasiva.
Cuarta capa de la cebolla. La repetición sistemáticamente de situaciones como esta naturaliza los sentidos de pertenencia, los sistemas de dominancia, las redes de contención, las emociones prevalentes, etc, etc, que conformarán la subjetividad de cada uno de los participantes de esta sociedad.
Brote de la cebolla. Los nuevos brotes verdes de la sociedad determinarán la posición de cada uno. Esto establecerá quién puede reclamar y quién no. Quien socialmente tendrá derecho y quién deberá hacer la pantomima de que lo tiene.
Una semana de frío polar puede hacer que nos vayamos cubriendo cada vez más, con más abrigo, como capas de cebolla, pero también nos puede servir para ir desarmando cada capa para ir dejando al desnudo el funcionamiento del sistema y poder recomponerse, poder expresarnos.
No se trata, entonces, de piolada porteña; se trata de la piolada de clase, porque los trabajadores no tienen más opción que ser solidarios, pero no alcanza, hasta que no nos auto organicemos, hasta que no empecemos a vernos como iguales y a decidir,; el frío seguirá en las aulas, en los lugares de trabajo y en toda la sociedad.