Ser maestrx… un trabajo de riesgo
* Por Cecilia Paul
La actividad docente se caracteriza por realizarse en un ambiente de diversidad ideológica y metas, desde la negociación y la búsqueda de consenso entre diferentes actores (maestrxs, directivxs, familias, alumnxs) son determinantes en la práctica diaria. Todo esto dentro de la escuela, una institución en la que, como en toda la organización social, se reiteran las características y las problemáticas de la sociedad contemporánea. Las condiciones actuales del ejercicio de la docencia provocan en el funcionamiento de las instituciones escolares insatisfacción en sus actores y crisis profundas, que afectan la identidad institucional.
La falta de espacios de intercambio (quite de jornadas de reflexión), una estructura lineal con cargos únicos con ascensos meteóricos que impiden el “rodaje” necesario para desarrollar eficazmente el nuevo cargo, puntaje vertiginoso a base cursos a distancia que no enriquecen la tarea, ambientes de trabajo cerrados (cada vez es más difícil sentarnos con nuestra paralela, las coordinaciones de ciclo se hacen a las apuradas, el equipo de orientación viene cuando puede), la ausencia de palabra como herramienta con pares, familias y alumnxs dada la falta de tiempo y espacio común… En definitiva: caminos que trazan para ampliar las distancias entre lxs docentes, y entre nosotrxs y nuestrxs directivxs y con las familias.
Esto origina que en nuestra tarea aparezcan:
– Conflictos en torno al sentido de pertenencia docente:
son frecuentes las sensaciones de sobreesfuerzo y hastío emocional que se producen a consecuencia de las continuas interacciones que los docentes deben mantener con la comunidad educativa. Se entiende también la situación en la que muchxs maestrxs ya no pueden dar más de sí mismxs a nivel afectivo. Es una situación de agotamiento de la energía debido al contacto diario y mantenido con personas y situaciones a las que hay que “atender”, modificando permanentemente el rol docente. Su rol político no se construye con su participación sino que se le es impuesto por gobiernos de turno, quedando en una constante tensión entre el sujeto docente y las “necesidades “ sociales que prioriza una gestión.
– Conflictos en torno a la operacionalización y concreción del proyecto educativo:
la función de docente en el ámbito educativo es depositaria social de una función determinante de la cual nunca participó en su constitución. Esta educación guarda correlación con la posibilidad de desarrollo de un país, por lo que se debe buscar que el docente tenga los elementos necesarios para cumplir con su función, aún cuando nunca ha participado en la conformación de los lineamientos pedagógicos, cuando no se han propiciado espacios de reflexión sobre la práctica y pertinencia del proyecto educativo. ¿Hay alguien en el Ministerio de Educación que sepa cómo estamos trabajando, cuáles son las condiciones reales? El actual ejercicio de la docencia obliga a la realización simultánea de un sinfín de actividades, que van desde el cuidado y mantenimiento de la escuela, planificación de actividades docentes, elaboración de materiales didácticos, entre otras, y, al mismo tiempo, mantener constantes relaciones con familias, autoridades, compañerxs y alumnxs, implicando una significativa carga psíquica en el trabajo.
– Conflictos por falta de apoyo social:
lxs docentes que perciben como baja la consideración social de su tarea (ya sea que provenga de lxs alumnxs, las familias, las autoridades educativas o de la sociedad en general), sienten la soledad que les da el aula. Sus reclamos son vistos como justos pero muy pocas veces son acompañados.
¿Quién tiene en cuenta esto a la hora de hablar del sistema educativo? ¿Quién mira el alrededor más cercano para exigir cambios, mejoras en la educación? ¿Qué política educativa se implemente si se desconocen, ignoran, arrumban a quienes la llevamos adelante? Años de desidia y de un sistemático plan de destrucción de la Escuela Pública explican nuestra situación. Ya no podemos esperar que autoridades o estos sindicalistas lo intenten cambiar. Ellos lo generaron por acción u omisión, ellos son los responsables. Tampoco alcanza con encerrarse mirando para otro lado, conformándose con no ser cómplices. Si no lo hacemos nosotrxs, nadie lo hará y, por el contrario, cada vez será más riesgosa nuestra tarea.