Pandemia en las aulas y malaria en los bolsillos
*Por Docentes de AyL
Luego de que Larreta consiguiera dar el primer paso en la apertura de las escuelas, Kicillof está siguiendo sus mismos pasos. La frontera política de la General Paz no existió para el COVID ni para los gobiernos: de un lado y del otro, la política fue la misma pero a diferente ritmo. La política explícita de Trotta de que todo el país vuelva a clases presenciales en marzo da la pauta de un acuerdo por arriba en el que a ninguno de ellos ni se le ocurrió consultar cuál es la opinión de la docencia. La propuesta de Larreta de una presencialidad completa desde el 17 de febrero va en ese mismo sentido pero más a fondo, lo que le permite, de cara a las próximas elecciones, mostrarse más “eficiente” para la misma política. No están en caminos opuestos, y esto se reafirma una y otra vez si miramos, por ejemplo, la salvaje represión de Kicillof en Guernica o la política neo-macrista de Guzmán de regalarle dólares a los especuladores para bajar el dólar blue. La supuesta “grieta” no se basa en políticas opuestas sino en matices y diferencias de ritmo.
En el medio de ese contexto, Larreta, que violentamente nos acusaba de tomar a los chicos de “rehenes”, busca tomarnos a lxs docentes, estudiantes y familias como rehenes de su campaña electoral. El supuesto “éxito” de la apertura de escuelas se basa en el ocultamiento alevoso de contagios en por lo menos cinco escuelas de la Ciudad y en la realización de actividades no pedagógicas con pequeños grupos de estudiantes; como consecuencia de esto, nada de lo hecho hasta ahora por el gobierno puede ser tomado como un antecedente válido para la política de comenzar el ciclo 2021 el 17 de febrero con el 100% de lxs estudiantes en la presencialidad. En esa pelea, es fundamental no regalarle al gobierno la bandera de la preocupación por la educación de nuestrxs pibxs, porque el fortalecimiento de los procesos educativos no puede ser producto de la super-explotación de lxs docentes: tiene que partir de la duplicación del presupuesto educativo para parejas pedagógicas, computadoras para todxs lxs estudiantes y conectividad a internet en las escuelas y en las casas.
Como si todo esto fuera poco, la semana pasada Larreta ofreció empezar a pagarnos en noviembre el 7% de aumento que nos correspondía empezar a cobrar en julio según la paritaria miserable que el propio gobierno nos impuso en marzo. Larreta se nos ríe en la cara, o, mejor dicho, se ríe de nosotrxs en complicidad con sindicatos docentes que, en su mayoría, son representantes de los intereses del gobierno y no de los nuestros. Si nuestros aumentos salariales van a seguir dependiendo de paritarias firmadas por sindicatos truchos y de paros aislados convocados desde arriba por los plenarios de UTE y las asambleas de Ademys, vamos a seguir perdiendo.
El año que viene, como las clases presenciales van a volver (parcial o totalmente) el 17 de febrero, vamos a tener un problema doble: si empezamos las clases sin paritarias firmadas, va a ser imposible recuperar el salario que nos vienen robando hace meses; y si vamos a un conflicto duro, necesitamos que sea un no inicio de clases desde el 17 de febrero, porque después podemos perder fuerza. ¡Adelantémonos al enorme problema que se nos viene en tres meses! Si no nos autoconvocamos antes de que terminen las vacaciones, podemos terminar dependiendo casi únicamente de la convocatoria de los sindicatos. Y si terminamos dependiendo únicamente de la convocatoria de los sindicatos, Larreta tiene todas las de ganar y nuestro salario tiene todas las de perder. ¡Contra la pandemia en las aulas y la malaria en los bolsillos, autoconvoquémonos desde abajo!